Hace muchos años, un puma negro vivÃa en México. TenÃa una fuerza increÃble y todos los demás animales le tenÃan mucho miedo. Por supuesto, el puma lo sabÃa muy bien y a menudo asustaba a los animales más débiles solo por diversión. A veces se limitaba a rugir ferozmente, otras veces caminaba con sigilo por las ramas de los árboles para luego saltar inesperadamente justo delante de un animal temeroso, que huÃa despavorido. El puma disfrutaba mucho con sus bufonadas, pero los demás ya estaban hartos de su comportamiento.
Un dÃa, mientras el puma corrÃa por la estepa, pateó la morada de un pequeño saltamontes que quedó destruida de un solo golpe.
El valiente saltamontes le espetó inmediatamente al puma: —¿Crees que lo que hiciste estuvo bien? Todos estamos hartos ya de tu arrogancia y tu mal comportamiento.
—¿Cómo te atreves a hablarme asÃ? —El puma rugió con tal fuerza que seguramente pudo oÃrse muy lejos de allÃ. —¡Un insecto insignificante no va a decirme a mà cómo debo comportarme!
Sin embargo, el saltamontes no cedió y se puso a gritar lo más alto que pudo con su aguda voz: —¡Me destruiste la casa entera! Tendrás que rendir cuentas de tus actos.
El puma solo se limitó a reÃr: —¡QuÃtate de en medio de una vez! Tengo cosas más importantes que hacer que ocuparme de ti.
Pero el saltamontes no estaba dispuesto a rendirse: —Ya que eres tan valiente y fuerte, te reto a un duelo. Mañana a esta misma hora nos encontraremos aquà mismo. Yo reuniré a mis tropas y tú a las tuyas. A ver quién gana.
El puma aceptó, incapaz de imaginar cómo un simple insecto podrÃa derrotarle.
Acto seguido, los dos fueron a reunir a sus tropas de combate.…