En lo más profundo de las montañas, hay un riachuelo que brota bajo una gran colina. Pero no es un riachuelo cualquiera que mana de debajo de la roca, es mágico y, todas las noches, hace que los animales caigan en un profundo sueño gracias al suave murmullo del agua.
Esta noche, lo ayudaremos a dormir a los animales, asà que cerramos los ojos muy fuerte y nos montamos en una hoja de roble que acaba de caer al suelo para surcar el riachuelo.
Flotamos un rato en silencio con la corriente. Nuestro cuerpo comienza a relajarse. Descansamos los brazos y las piernas mientras el riachuelo nos lleva suavemente rÃo abajo. Todo nuestro cuerpo está muy relajado y sentimos mucha tranquilidad.
Nuestra respiración es cada vez más lenta. Inspiramos, expiramos. Inspiramos, expiramos. Una vez más: inspiramos, expiramos. Otra vez, pero muy lento.
Navegamos por el tranquilo riachuelo sobre la hoja de roble y nos embarcamos en un interesante viaje a través del bosque. Aún se puede ver el último rayo de sol, que se prepara para dar la bienvenida a una noche plácida y serena.
Nos acercamos a una roca lisa sobre la que descansa una ranita. Ella también está agotada después de un largo dÃa de aventuras y le vendrÃa muy bien un sueñecito. Solo está esperando que le digamos: «Buenas noches, que duermas bien». El dÃa se fue para dar paso a una noche oscura llena de estrellas resplandecientes. La rana bosteza una última vez y cierra los ojos, adormilada.
Incluso los zorreznos, que habÃan estado todo el dÃa divirtiéndose en el agua, se pusieron alerta apenas nos vieron. Saben que la noche nos acompaña y que es hora de irse a la cama. La mamá zorro no tiene ni que llamarlos a…