Érase una vez un roble muy viejo que crecÃa en un bosque oscuro y denso. Nadie sabe exactamente cuánto tiempo ha estado allÃ, pero ha sobrevivido a muchas generaciones. Recuerda mucho; el viejo roble suele acordarse de lo que ha sucedido a su alrededor durante todo ese tiempo.
Su copa es enorme y crea un refugio perfecto que protege de la lluvia que cae sobre sus grandes hojas. Sus ramas se asemejan a brazos abiertos de par en par y dan cobijo con cariño a algunas de las pequeñas criaturas del bosque.
Hace poco, la frondosa copa del roble alojó a una familia de palomas que conviven en armonÃa con el viejo roble y que con su hermoso canto han creado un ambiente acogedor. Quieren que todos a su alrededor sepan que el viejo roble es un refugio seguro, lleno de paz y tranquilidad.
Es un oasis para las palomas bebé, un lugar donde pueden descansar cómodamente en su suave nido y cerrar los ojos por un momento para recargar energÃa. Sin duda tendrán dulces sueños sobre cómo algún dÃa finalmente extenderán sus alas y se elevarán volando hacia el cielo con sus padres.
Sueñan con volar por encima de las nubes y emprender un viaje lleno de aventuras donde termina la tierra y comienza el mar, donde las olas rompen lentamente contra los acantilados.
También hay dos oseznos rondando alrededor del tronco del roble. Su madre los ha perdido de vista por un momento. El roble simplemente observa en silencio a esos torpes pequeños mientras disfrutan comiendo frambuesas frescas sin la más mÃnima preocupación.
El delicado aroma de las bayas se eleva entre las hojas, e incluso el viejo roble parece querer respirar profundamente su perfume. Sus hojas susurran suavemente y el poderoso árbol cierra los ojos con…