Wilma era una joven nube muy saltarina a la que le gustaba jugar a toda velocidad.
— ¡Más despacio! —gritó una nube mayor.
— ¡Ay! —se quejó otra.
— ¡Uf!, ¡cuidado!, ¡cuidado!
Wilma se lo estaba pasando en grande. No intentaba chocar con las otras nubes a propósito, pero a veces su atención se desviaba mientras jugaba.
Las otras nubes ya estaban hartas. Intercambiaron sus opiniones:
Wilma es un problema.
Me golpeó tan fuerte que se me salió una gotita de lluvia. Fue MUY bochornoso.
Si no puede jugar de manera agradable, entonces no deberÃa jugar en absoluto.
—¡Tienes que quedarte quieta! —le dijeron.
Y asà lo hizo... durante un rato.
Pero quedarse quieta era aburrido. Wilma empezó a inquietarse.
Se estiró y adoptó formas raras.
Entonces se hinchó... más y más... hasta que... ¡oh, oh!
Creció tanto que golpeó una nube de tormenta......que luego, disparó un rayo directo a un árbol... convirtiéndolo en cenizas.
— ¡¡¡¡BEEEEE!!!! —baló un rebaño de ovejas asustadas mientras se escondÃan en una zanja para escapar del barullo.
— ¡LO SIENTO! —gritó Wilma.
— ¡Oh Wilma! —gruñeron las otras nubes— Vete a jugar más arriba, donde no estorbes.
Wilma flotó más alto en el cielo, sin mirar a dónde iba. Como siempre.
Y entonces... ¡oh, oh!
Se estrelló contra una bandada de gansos. Graznaron ruidosamente y dejaron caer una enorme cantidad de caca de ganso: ¡PLOP!
Aterrizó sobre una mujer y su coche recién limpiado. La mujer agitó el puño hacia Wilma.
— ¡LO SIENTO! —gritó Wilma.
— ¡Oh, Wilma! —reprendieron las otras nubes— Vete a jugar más abajo, donde no estorbes.
Wilma se fue a toda velocidad, sin mirar por dónde iba. Como siempre.
Y entonces... ¡oh oh!
Chocó contra unas nubes…