Una excavadora roja permanecÃa oculta entre otras máquinas frente a las puertas de la empresa de construcción. Detrás de su parabrisas estaba escrito el nombre de "ESTELA", asà que ella también se hacÃa llamar asÃ.
La gente sabÃa que ese, en verdad, era el nombre de su conductora, pero nuestra Estela era tan solo una excavadora y no tenÃa ni idea de esas pequeñeces.... Además, si se hubiera dado cuenta, le habrÃa hecho mucha ilusión tener el mismo nombre que su conductora. ¡Qué coincidencia!
La excavadora Estela era bastante más pequeña que las demás máquinas y, si no fuese por su radiante alegrÃa, probablemente no se le habrÃa podido ver entre las más grandes. Pero ella brillaba con luz propia.
Estela, la conductora, la habÃa lavado por dentro y por fuera y le habÃa colocado unas pegatinas nuevas en las puertas. Solo podÃa significar una cosa: ¡por fin era hora de entrar en acción!
Por eso, durante los últimos dÃas, la excavadora Estela habÃa estado moviendo el brazo de un lado para otro y mirando a su alrededor con impaciencia. Estaba deseando que llegaran los conductores, arrancaran las máquinas y se pusieran a trabajar.
La excavadora Estela habÃa estado en el garaje todo el invierno. No es que no sean necesarias las excavadoras en invierno.... pero ella era más pequeña que las demás y no tenÃa tanta fuerza.
La última vez que trabajó fue en otoño y, para entonces, el suelo ya habÃa empezado a endurecerse y le costaba excavar en la tierra helada. Asà que la conductora Estela la llevó hasta el garaje para que pudiera descansar durante los largos meses de frÃo.
Ahora, por fin, habÃa vuelto llena de energÃa y determinación. Entre otras cosas, a la excavadora Estela le encantaba trabajar. Disfrutaba…