Tony, el Tractor

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Ni un príncipe, ni un audaz caballero es el héroe de este cuento contado para los más pequeños, sino que es el valiente ‘Tony, el Tractor’. Tony, siempre hace lo posible para ayudar a todos los habitantes de la granja, y es por ello, que cuando se entera que un malvado dragón ha secuestrado a la princesa, no duda ni un momento en salir a su rescate.
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Tony, el Tractor
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Érase una vez en un reino muy lejano, escondido detrás de siete montañas y siete valles, una gran granja repleta de animales. Cada mañana, cuando los animales despertaban, la granja se convertía en un torbellino de actividad. Las gallinas cloqueaban todo el día escarbando en la tierra en busca de lombrices. Los cerditos se revolcaban en el barro, rascándose las espaldas y gruñendo de satisfacción. Los blancos gansos se paseaban orgullosos por el campo parloteando unos con otros tan ruidosamente como podían. El gato perezoso vigilaba siempre toda la granja desde el techo de la casona, maullando vagamente de vez en cuando. ¿Y qué clase de granja sería sin un gallo que despertara a todos por la mañana con su cacareo?

Pero este corral no era un corral como cualquier otro. Allí vivía otro habitante muy importante: Tony el Tractor. Tony ayudaba al granjero donde sea que lo necesitara. Encendía su potente motor y conducía para ayudar al agricultor a cosechar patatas, a sembrar semillas o a arar el campo. A veces también ayudaba a los leñadores en el bosque. Tony los observaba talando un árbol y, cuando había caído, volvía a encender el motor, cambiaba de marcha y retiraba el pesado tronco.

A menudo, una invitada realmente especial visitaba la granja: la mismísima Princesa. La granja la recibía para disfrutar de largas cenas y almuerzos. La princesa vivía en un palacio cercano y le encantaba ir de visita para degustar las delicias de la granja.

Un día, un horrible dragón merodeó la granja justo cuando la Princesa estaba de visita. Sobrevoló la granja lanzando llamas ardientes por la boca. Todos entraron corriendo a la casa para esconderse, pero la Princesa no llegó a tiempo para ponerse a salvo. El dragón la agarró y se la llevó a su cueva. ¡Qué tragedia! Esa noche, todos en la granja se lamentaron y lloraron por la pérdida de su invitada favorita.

Pero Tony el Tractor decidió firmemente tomar las riendas del asunto. Inmediatamente, encendió su motor y salió al rescate de la Princesa. De camino hacia el oscuro bosque, se encontró con un búho de ojos muy abiertos. Tony se detuvo para preguntarle si había visto a la Princesa, pero el búho se quedó sentado en una rama, ululando. Tony siguió su camino y después de un rato, en un claro del bosque, se encontró con un gran lobo gris, a quien también le preguntó si había visto a la Princesa. Pero este solo dejó escapar un triste aullido para luego desaparecer en la espesura del bosque.

Tony recorrió sin descanso el sendero del bosque hasta que se encontró con una anciana que resoplaba a causa de cargar un pesado baúl sobre su espalda.

—¿A dónde se dirige llevando usted sola una carga tan pesada? —le preguntó Tony.

— Oh, me dirijo a mi choza —respondió la anciana —¡Necesito llevar toda esta leña a mi casa, pero todavía estoy muy lejos!

Tony no se lo pensó dos veces. Recogió a la anciana y su leña y juntos se dirigieron a su choza.

De camino, Tony le contó toda la historia de la Princesa y el dragón. Sin embargo, ¡no tenía ni idea de que la mujer era una bruja buena! Quiso agradecerle a Tony su ayuda y cuando llegaron a la choza, la anciana sacó una manzana mágica de su bolsillo.

— Cuando el dragón coma esta manzana, se convertirá en piedra —le dijo a Tony. Él le dio las gracias, y cuando se despidieron, la mujer le señaló el camino a la guarida del dragón. Tony encendió su motor y salió directamente a su encuentro.

La bestia esperaba a Tony delante de su cueva. Parecía verdaderamente feroz y lo recibió con una gran llamarada. ¡Pero eso no asustó a Tony en lo absoluto! Convenció al dragón de que tenía un regalo para él que lo haría aún más poderoso, y le entregó la manzana mágica que le había dado la anciana. El dragón estaba encantado. ¡Nunca nadie antes le había regalado algo! Tomó la manzana y se la tragó de un bocado. En cuestión de segundos, el dragón empezó a convertirse lentamente en piedra. Sus garras se volvieron pesadas y cuando trató de volar, no pudo mantenerse en el aire. El dragón agitó sus alas tan fuerte como pudo. Pero eso no ayudó y se desplomó, dejando caer una gran pila de piedras delante del tractor.

Fue entonces cuando Tony escuchó unos ruidos extraños, como si alguien estuviera llamando a una puerta. El ruido cesó unos segundos, pero luego, se volvió a escuchar. Tony se dio cuenta entonces de que una enorme roca tapaba la entrada de la cueva donde la Princesa debía estar atrapada. Rápidamente, puso su cadena alrededor de la roca y tiró con todas sus fuerzas. Tras un fuerte tirón, la roca cedió y la Princesa pudo salir felizmente de su encierro. Saltó a la espalda de Tony y juntos regresaron a la granja, donde los esperaban impacientemente.

El padre de la Princesa, el mismísimo Rey, declaró que la granja era una verdadera Granja de la Realeza, y Tony fue merecidamente condecorado por su valentía. Incluso hubo un desfile, donde sonaron las trompetas reales en su honor.

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