Cuento indonesio
El pozo de Kantchil
No creas en todo lo que te dicen, la realidad puede ser muy diferente. La changuita Kantchil se cae en un pozo e inventa una historia sobre el fin del mundo para que los demás animales le ayuden a salir.
Érase una vez una selva maravillosa, y en ella vivĂan unas cuantas familias de changuitos. Ellos pasaban dĂas enteros trepando árboles y columpiándose en las ramas de las parras, pero la mayor parte del tiempo lo pasaban comiendo plátanos frescos y otras frutas.
Cada vez que uno de los changuitos encontraba un nuevo platanero lleno de racimos frescos y sabrosos de su fruta favorita, todos los demás se enteraban enseguida del descubrimiento gracias al fuerte grito de su amigo.
Un dĂa, algunas personas empezaron a construir un templo de madera no muy lejos de la selva donde vivĂan los changuitos. HabĂa muchos carpinteros, albañiles y otros hábiles artesanos que trabajaban todos los dĂas desde la primera hora de la mañana.
A mediodĂa, siempre hacĂan un descanso y almorzaban juntos. DespuĂ©s de comer, volvĂan al trabajo y trabajaban y trabajaban hasta casi la mitad de la noche, repitiendo la misma rutina, dĂa tras dĂa, durante varias semanas.
Los ruidos de la construcciĂłn llegaron a la selva y los changuitos no tardaron en escucharlos. Como el mono es uno de los animales más curiosos del mundo, por supuesto quedaron muy ansiosos por ver de dĂłnde venĂa todo aquel ruido y por quĂ©.
No tardaron en armarse de valor y salir a explorar, saltando de rama en rama, hasta el local del futuro templo. Se subieron al árbol gigante más cercano y, desde lo alto, observaron a los hombres concentrados en su trabajo.
Los changuitas estaban más interesados en un par de carpinteros cercanos que luchaban con un tronco gigantesco. Llevaban tiempo intentando cortarlo, pero aĂşn no habĂan conseguido partirlo en dos. Y entonces, de repente, todos dejaron de trabajar. Era la hora de comer y todos los trabajadores, incluidos los dos carpinteros, tuvieron que tomarse un descanso.
Rápidamente…