Cuando la madre de Charlotte fue a recogerla a la escuela, inmediatamente vio que los ojos de su hija estaban hinchados y que sus mejillas estaban rojas, pero ella estaba alegre. Charlotte le enseñó muy animada el dibujo que había hecho, su madre la besó en la frente y de inmediato supo que algo andaba mal: ¡Charlotte estaba ardiendo! Definitivamente tenía fiebre.
Cuando llegaron a casa, Charlotte se dejó caer en el sofá, su cuerpo había perdido todas las fuerzas. —Estoy muy cansada, mamá. Me duele la cabeza y también me duele un poco la garganta.
Su madre sabía lo que tenía que hacer. Preparó un té de hierbas para Charlotte y agregó una cucharada de miel. De inmediato la metió a la cama, la cobijó bien y en menos de cinco minutos, Charlotte estaba profundamente dormida.
—Me temo que se contagió de un virus. —le dijo su mamá a su papá—. Será mejor que mañana no vaya a la escuela, tendrá que descansar y tomar mucho té para que se recupere.
Cuando Charlotte abrió los ojos por la mañana, se sintió un poco mejor. La fiebre le había bajado y el dolor de cabeza ya no le molestaba tanto, pero cuando intentó pararse de la cama, estornudó un par de veces y su nariz se tapó de inmediato.
—¡Mamá! —gritó Charlotte—. ¿Estás ahí? ¿No iré a la escuela?
Su madre apareció en la puerta y la miró con compasión.
—No, cariño, hoy te quedarás en casa. Parece que te resfriaste y no puedes ir a la escuela en esas condiciones.
Cuando el papá de Charlotte llegó a su casa del trabajo, la nariz de Charlotte estaba completamente roja y ella había comenzado a toser. A pesar de beber mucho té caliente con…