Hace mucho, mucho tiempo, en un hermoso reino con un castillo grande y majestuoso, vivÃa un anciano viudo que tenÃa una hija muy hermosa. Él la querÃa por encima de todo, intentando criarla lo mejor que podÃa siendo padre soltero. Ella tenÃa un corazón muy bondadoso, igual que el de su madre, era muy trabajadora y siempre estaba dispuesta a ayudar.
Tras largos años de soledad, el padre de la chica conoció a otra mujer. Decidió que iba a casarse con ella. Al principio parecÃa una persona amable y cariñosa. El anciano pensó que serÃa una madre maravillosa para su hija, pero la verdad era que su futura esposa era rencorosa, egoÃsta, egocéntrica y vanidosa como un pavo real.
Esta mujer reveló su verdadera naturaleza arrogante y odiosa justo después de la boda, cuando ya era demasiado tarde para que él cambiara de opinión. Por desgracia, las dos hijas de la mujer, Nina y Lena, no eran mejores que su madre.
Estas niñas eran perezosas, mezquinas y tan vanidosas como su madre. Pasaban la mayor parte del tiempo frente al espejo, donde se miraban durante horas. Les encantaba cepillarse el pelo quebradizo, ponerse sombra de ojos verde y remojar sus grandes pies en una gran vasija de agua.
Desde el primer dÃa que se mudó, la nueva madrastra de la joven empezó a tratarla fatal. Era cruel y antipática, porque no podÃa aceptar que la hija de su marido fuera mucho más dulce, guapa y hábil en casi todo que sus dos propias hijas.
El padre de la muchacha viajaba mucho por trabajo y no solÃa estar en casa, y siempre que estaba fuera, las tres arrogantes mujeres obligaban a la pobre chica a ser su criada personal. TenÃa que servirlas, peinar sus cabellos quebradizos y atender todos…