Érase una vez, una humilde cabaña al borde de un bosque oscuro pero lleno de vida. En ella vivÃan tres hermanos junto con su padre, que era un hombre muy anciano y sabio. Todos fueron muy felices durante muchos años, explorando el bosque y viviendo de la tierra.
Entonces, un dÃa, el padre murió. Solamente habÃa dejado la sencilla cabaña, además de un gallo rojo, un gato y un garrote viejo y desgastado.
Después del funeral de su padre, los hermanos tuvieron que dividir su herencia. Todos estuvieron de acuerdo en compartir la cabaña, pero ¿y el resto?
El hermano mayor se llevó el gallo rojo, que pensó que era lo más valioso. El hermano del medio tomó el gato, que por supuesto pensó que era lo siguiente más valioso. Y el más joven tuvo que arreglárselas con el viejo y desgastado garrote. Cada uno tuvo que empezar a pensar en cómo utilizar las cosas heredadas.
El mayor fue al gran mercado de una aldea cercana, deseando vender el gallo rojo por unas cuantas monedas. Pero nadie querÃa comprarlo y, muy alterado, empezó a regresar a casa por la noche. Estaba pasando por una pequeña aldea, que todavÃa estaba bastante lejos de la cabaña donde vivÃan él y sus hermanos, cuando cayó la noche.
Por suerte, habÃa gente amable en la aldea que se apiadó de él. Le dejaron dormir en su granero, sobre los montones de paja, con su gallo rojo. Estaba agradecido de poder tumbarse y descansar después de un viaje tan largo y decepcionante. TodavÃa estaba bastante oscuro cuando lo despertó el crujido de la reja. Miró a su alrededor y vio que el hombre de la casa salÃa.
—¿Pero a dónde va tan tarde en la noche? ¡Aún falta mucho para…