Érase una vez, en un bonito pueblecito a orillas de un gran rÃo verde, vivÃa un joven aventurero llamado Tash. Una bonita mañana, se le ocurrió ir a un lejano bosque de palmeras en busca de cocos frescos para luego venderlos en el mercado.
Sin embargo, antes de ponerse en camino, tuvo que hacer una visita al herrero local. Su caballo, llamado Harry, necesitaba herraduras nuevas si iban a emprender un viaje tan largo. Y, sobre todo, las necesitarÃa para poder llevar una carga de cocos tan pesada de vuelta a casa.
Tash entró en la fragua y el herrero, tras echar un vistazo a Harry, se puso rápidamente manos a la obra. Primero avivó el fuego hasta que el hierro se puso al rojo vivo con el calor abrasador. Luego empezó a forjar las herraduras una a una. Cuando terminó, los dos trabajaron juntos para clavarlas en los cascos del caballo y, cuando acabaron, Harry relinchó alegremente.
El joven por fin estaba listo para emprender su viaje. No obstante, tenÃa que darse prisa si querÃa estar de vuelta en casa al anochecer. Tash enganchó su caballo a un destartalado carro de madera y, cuando hizo sonar el látigo, Harry rompió a trotar y se dirigió hacia el denso bosque.
Era un viaje muy largo para ellos, ya que los mejores cocos crecÃan sólo en la punta de los árboles más altos, en la parte más oscura y profunda del bosque. Para hacer el viaje más ameno, Tash comenzó a silbar. Harry hizo sonar sus cascos al mismo tiempo y asÃ, se entretuvieron durante el viaje.
Por fin llegaron a un frÃo arroyo de montaña que corrÃa por un frondoso bosque. Cuando el joven saltó del carro y miró hacia las palmeras que se alzaban sobre…