Hace mucho, mucho tiempo, habÃa un leñador pobre que vivÃa con su madre anciana en una pequeña aldea junto a un bosque siempre verde. El leñador salÃa de casa temprano por la mañana para talar pinos y abetos, pero cada dÃa tenÃa que adentrarse más y más en el bosque para ganarse la vida y mantener a su madre.
Un dÃa, como de costumbre, estaba talando árboles en medio del bosque, cortando los troncos en pedazos y recogiendo las ramas cortadas. No prestaba atención a su entorno pues estaba muy concentrado en lo que estaba haciendo.
De repente levantó la vista y vio un enorme tigre siberiano justo frente a él. La bestia lo examinaba con sus siniestros y deslumbrantes ojos de color amarillo verdoso y luego rugió tan fuerte que todo el valle tembló.
—Serás una excelente cena —gruñó el tigre y dio unos pasos lentos y firmes hacia el leñador. El hombre palideció, imaginando el terrible final que le esperaba. ¡Y lo encontrarÃa muy pronto!
Pero entonces se acordó de su amada madre. «Oh, pobre mamá», pensó para sà mismo, «es tan mayor y está tan débil últimamente que no puede cuidar de sà misma. ¿Quién cuidará de ella si este aterrador tigre me come? ¡No puedo dejarla sola en este mundo!»
El leñador se armó de valor y sonrió al tigre. Se arrodilló ante la bestia y se inclinó tanto que su rostro tocó el suelo. —¡Gracias a Dios que eres tú! —El tigre, sorprendido, dio un paso atrás. ¡Esto no era lo que esperaba en absoluto!
—Oh, mi querido hermano mayor, perdido hace tanto tiempo, estoy tan feliz de conocerte finalmente —dijo el leñador tan cortésmente como pudo.
—¿Acabas de llamarme tu hermano mayor? —gruñó el tigre, mostrándole al hombre sus afilados y…