HabÃa una vez una jungla en la que vivÃan en armonÃa muchÃsimos animales. Entre ellos, también vivÃa un chacal moteado. Al anochecer, siempre recorrÃa la jungla en busca de comida sabrosa para saciar su hambre voraz. Sin embargo, últimamente no tenÃa mucha suerte. Su estómago vacÃo sonaba y sonaba cada vez más y más. ParecÃa tener dentro un concierto. Estaba tan hambriento como un lobo.
Los dÃas pasaban y el chacal no conseguÃa nada para llevarse a la boca. Asà que, un dÃa, intentó probar suerte fuera de la selva y decidió ir hasta el pueblo más cercano para buscar algo que saciara su apetito ya que la situación era cada vez más insoportable. Desde que apareció por la entrada del pueblo, los perros guardianes se dieron cuenta de inmediato de su presencia. HabÃa unos seis o siete perros, por miedo no le dio tiempo ni a contarlos. Eran feroces y con sus ladridos y sus afilados dientes lograron atemorizarlo. Sin embargo, el chacal corrió y corrió y logró salir airoso de este ataque inesperado… O eso pensaba él, ya que esta tranquilidad no iba a durar mucho tiempo. Los perros continuaron a perseguirlo. ParecÃa que le esperaba una muerte segura.
En su desesperada huida, de repente, encontró una casita y entró rápidamente para refugiarse. En la casa habÃa unos baldes de pintura azul y, sin pensarlo dos veces, se metió dentro. Como por arte de magia se transformó en un ser sobre natural. ¡No parecÃa para nada un chacal! Confundido y un poco aturdido, salió del balde. Gracias a su nuevo color, un tanto inusual entre los animales, los perros guardianes no lo reconocieron y salieron corriendo tremendamente asustados porque pensaban que se trataba de algún animal misterioso que nunca antes habÃan visto.
Después, un…