En las profundidades de la selva amazónica, en algún lugar de la actual frontera entre Perú y Bolivia, vivÃa una antigua y mÃstica tribu. La familia del jefe poseÃa una piedra sagrada de la que se decÃa que tenÃa poderes mágicos.
Mucho tiempo atrás, un jefe anciano, cuando era niño, la habÃa encontrado en las aguas color zafiro del rÃo Bio-Bio. Muchas leyendas contaban que esta piedra era capaz de realizar milagros.
Todos los años era venerada por toda la aldea, ya que los miembros de la tribu creÃan fervorosamente que, durante estas ceremonias, ella despertarÃa y cobrarÃa vida. La piedra se transmitÃa de generación en generación, junto con la pesada responsabilidad de cuidarla.
Un dÃa, esta responsabilidad cayó en manos del hijo mayor del jefe, Namuncura. Pasó muchos años cuidando de la piedra y mostrando siempre respeto por ella. Incluso hizo una caja protectora especial, de madera de araucaria, para guardar el recipiente sagrado de la piedra, y la pulÃa con un paño suave una vez a la semana.
Pero a medida que pasaba el tiempo, Namuncura se convencÃa cada vez más de que la piedra no era más que una roca corriente. No era bonita y no brillaba en absoluto. De hecho, tenÃa un aspecto bastante apagado. Ni siquiera era plana, como las buenas piedras arrojadizas. Se dio cuenta de que no tenÃa sentido mostrar devoción por ella.
Asà que le dijo a su padre: — La piedra no sirve para nada. Todo ha girado en torno a ella durante años y generaciones, ¡pero no es más que una maldición para nuestra familia! No volveré a ocuparme de ella. Me niego. Me iré con mi mujer y mi hijo a un lugar lejano donde la piedra no tenga poder sobre nosotros. Es decir, si es…