Hace mucho tiempo, cuando todavÃa los cerdos usaban sombrero, habÃa un lugar conocido como el Valle de las Hadas. Era una tierra mágica en la que habitaban unas hadas especiales a las que llamaban providencias.
Cada vez que nacÃa una criatura, tres providencias acudÃan a su casa y usaban sus magnÃficos poderes para dotarla de una fortaleza particular o encomendarle una tarea. Las providencias más famosas eran LÃa, MÃa y VÃa. Y esta es su historia.
—¡Mirad qué mejillas rosadas más hermosas tiene! ¡Y qué ojos verdes esmeralda más resplandecientes!
—¡Parece un prÃncipe!
Un dulce niño, hijo de un carbonero y de su esposa, acababa de nacer en una pequeña y acogedora choza en medio del bosque. Las providencias lo adoraron al instante, y tomaron al niño de las manos para contarle su destino.
LÃa, la mayor de las tres providencias, fue quien empezó:
—Pequeño, te aguardan cosas maravillosas, pero también correrás muchos riesgos a lo largo de tu vida.
—Pero no te preocupes, yo te concedo la fuerza necesaria para que puedas superar cualquier obstáculo, sea cual sea —dijo MÃa.
—Y yo —dijo VÃa, la más joven y bobalicona de ellas— haré que te cases con la encantadora y sabia hija de un rey.
Luego, dibujaron un cÃrculo mágico en la tierra alrededor del bebé y lo espolvorearon con unos polvos que borraban la memoria. Pero justo cuando se disponÃan a contarle al recién nacido su destino, dio la casualidad de que el rey se encontraba cerca de la casa y, como si de una melodiosa armonÃa se tratara, escuchó el deseo de la providencia más joven de casar al niño con una princesa.
¡Su hija, que era princesa, también habÃa nacido ese mismo dÃa!
—¡No permitiré que mi preciosa hija se case con un…