Cuento indonesio
El pozo de Kantchil
No creas en todo lo que te dicen, la realidad puede ser muy diferente. La changuita Kantchil se cae en un pozo e inventa una historia sobre el fin del mundo para que los demás animales le ayuden a salir.
Érase una vez un joven duque que tenía muy mala suerte. No importaba lo que hiciera, ni de cuántas maneras intentara enriquecerse, siempre estaba al borde de la pobreza. Recibió dinero de un tío lejano y compró una mansión. Esa misma noche le cayó un rayo y al día siguiente estaba en ruinas. Excavó en busca de oro y acabó con oro de tontos, que es bonito pero no vale nada.
Incluso intentó cultivar la tierra, pero las únicas plantas que crecían eran dientes de león y malas hierbas, que le hacían oler a ajo rancio. No tenía esperanza.
Un día, el pobre desgraciado acudió al sabio rey para pedirle consejo sobre cómo mejorar su vida. El rey quiso ayudarle y se lo pensó mucho, pero no encontró una solución que funcionara. Tuvo que enviar al joven a su casa.
Sin embargo, la hija del rey había escuchado la conversación. A ella no le pareció bien. Pensó que el joven duque era muy guapo y que, con un poco de trabajo y su astucia, podría ayudarle a cambiar su suerte. Así que corrió detrás del joven cuando se marchaba.
— Si te casas conmigo, serás muy rico —le dijo, tratando de recuperar el aliento, caminó demasiado rápido, —es la respuesta a todos tus problemas.
La princesa era muy guapa, así que el duque no dudó ni un momento. Poco después, hubo una gran boda y los recién casados recibieron una gran dote para empezar sus nuevas vidas. Por fin, ¡el joven era rico!
Estaba muy contento, pero aún no estaba del todo satisfecho y empezó a pensar en cómo hacerse aún más rico. Quería dinero, dinero, dinero. Decidió probar suerte en los negocios, pero se le daba muy mal negociar. Era muy malo en matemáticas y siempre daba…